El personaje malvado de tu novela tiene que ser creíble y sólido. Debe construirse para que sus actos, sus motivaciones, acciones y pensamientos tengan sentido. El análisis literario valora estas cuestiones y los errores en los que a veces suele caer un escritor novel. Los malos muy malos no cuelan, hacen que tu novela pierda credibilidad. En alguna ocasión he hecho referencia al libro Como no escribir una novela, publicado por Seix Barral, una guía muy práctica, amena y divertida en el que se explica lo que No debes hacer con tu novela, desde la trama, los personajes, el héroe…
Estas son alguna de las pautas, con el tono y el sentido del humor tan particular de este libro, sobre cómo NO debe ser un malvado y cómo conseguir que el editor no rechace tu novela por culpa de un malvado “cargante” y que “chirría”:
1. Que la maldad del villano solo responda a un deseo por hacer el mal.
A veces, los escritores hacen que el grado de maldad de su villano sea tal que supere con creces el grado de crueldad de alcanzado por la raza humana. Son villanos que dedican todo su tiempo a planear la ruina de alguien sin una causa concreta para ese odio, quizá por el simple motivo de que no les gusta su cara o el tono de su voz. Los motivos que tengan los malvados deben entenderse sin necesidad de que sean unos psicópatas. No hace falta que el rival del o la protagonista, cuando no sea una asesino en serie, ya sea en el trabajo, en los negocios o en su vida particular sean más malos que el mismísimo diablo en persona. Hay que controlar estos excesos.
2. Que el villano tenga una cualidad exageradamente bondadosa para humanizarlo.
En algunos casos sucede que, cuando el autor se ha dado cuenta de que ha caído en el punto anterior, para suavizar la enorme maldad desmedida y fuera de control de su villano, decide humanizarlo con alguna virtud que puede llegar a resultar muy “cargante” y desde luego poco creíble. Jack roba, engaña y pega a sus hijos, pero en el fondo es un romántico que aún sueña con su primer amor, ayuda a las ancianitas a cruzar las calles y es un gran amante de los animales…El único modo de no caer en la caricatura es trabajar bien el personaje: conseguir que sus motivaciones sean de verdad las de un ser enfermo y paranoico, y hacer que estas motivaciones sean creíbles.
3. Cuando, sin motivo aparente, el malvado cuenta las maldades que está a punto de cometer.
A veces da la sensación de que los malvados de ficción solo se dedican a robar, asesinar, maltratar y amenazar por el simple placer de poder luego encontrar a alguien a quién contárselo. Este recursos no funciona, es muy forzado y poco creíble. El autor debe intentar encontrar otro medio para ir revelando las maldades de su villano, un recurso que sea natural y no tan forzado.
4. Cuando el malvado es un padre maltratador
Muchas novelas no publicadas están llenas de padres que maltratan a sus hijos. Padres violentos, madres desagradables y crueles aparecen sin descanso en libros rechazados por las editoriales, salvo en alguna ocasión como el caso por ejemplo de V. C. Andrews con Flores en el ático o Carrie de Stephen King. Esto es así porque estos padres tan crueles son tan poco atractivos en la ficción como en la realidad, y son personajes que producen rechazo, salvo que estén muy bien planteados.
5. Cuando el malvado tiene un plan indescifrable
Copio literal lo que pone en el libro… no tiene desperdicio: “Las tramas demasiado intrincadas son tan agradables de leer como el impreso de la declaración de la renta”… Y tiene razón…Si un lector no entiende de qué va la trama y el plan del villano, no podrá disfrutar de la lectura. De ninguna manera. El lector, antes de pensar que él es idiota por no entender la trama, culpará al autor de la historia y casi seguro, abandonará su lectura. Las revelaciones pueden dar un giro magnífico a la historia, siempre que para entender de qué va el enigmático plan del malvado personaje, no tengamos que hacer un master en física y matemáticas aplicadas.
Imagen: Photo Dollar Club
Fuente: Como No escribir una novela. Seix Barral