Cuando un profesional hace un informe de lectura o un análisis literario hay varias cuestiones que tiene en cuenta para valorar el texto o detectar los fallos de un relato. Uno de los aspectos más importantes es que esté bien articulado, que sea eficaz. Para ello, todo debe tener un sentido en el conjunto de la obra, nada debe sobrar, no debe haber aspectos imprecisos o inexactos. Silvia Adela Kohan, en su libro Cómo lo reeescribo, resume muy bien las claves para saber si un relato puede considerarse mediocre y con fallos:
1. Cuando informa más que narra.
2. Cuando no hay ningún tipo de transformación entre el principio y el final.
3. Cuando no crece a medida que avanza la trama.
4. Cuando explica lo que ya se sabe porque así sucede en la realidad: El sol le sacaba la piel y se ponía morena.
5. Cuando explica lo que no es necesario explicar
6. Cuando señala referencias ambigüas (En un lugar lejano, en una casa muy grande…)
7. Cuando está constituido por léxico estereotipado, muy rebuscado o innecesario: verificar un hallazgo en lugar de encontrar; hematoma por moretón…
8.Cuando las frases son confusas.
9. Cuando no presenta una coherencia integral.
Los flecos y las imprecisiones crean desajustes en la idea del relato y el resultado es una obra floja, sin consistencia, que no se sostiene. Por eso es tan importante la reescritura y el trabajo de revisión por parte del autor que nunca debe considerar el primer borrador como el definitivo. Y para ello, en el momento de reescribir, es fundamental cortar, tachar, eliminar y reducir. Porque tal y como afirmaba Voltaire: “ Más se corta, en prosa, en verso, en cualquier género, excepto en las finanzas, menos se comenten necedades”.
Imagen: Photo Dollar Club