Una de las cuestiones importantes que afectan a la estructura de tu libro es cómo dividir los capítulos y cómo determinar la manera más fluida de empezarlos y terminarlos, de manera que vayan creando las bases de la trama de tu novela. “Capitular” bien tu libro es muy importante para que la estructura se sostenga y la lectura sea fluida y navegable. No debe ser una cuestión arbitraria, sino algo planeado y meditado. ¿Pero cómo saber de qué manera debes empezar y acabar cada capítulo para que el texto funcione? Lo importante es que el capítulo arranque bien y que termine del modo adecuado para que la intriga siga su curso y el lector se sienta atraído por la trama. Por eso, estos “cortes” que son los capítulos deben tratarse con atención y valorar bien el arranque y el final de cada uno. Aquí tenéis unos consejos prácticos y sencillos para que vuestros capítulos funcionen mejor en el engranaje de vuestras novelas:

1. Distanciaros de la estructura, si no lo veis claro

Si al empezar te encuentras con la dificultad de que no sabes dónde empezar o acabar cada capítulo, una manera de no atascarse es que, de momento, te distancies de la estructura y veas el conjunto con perspectiva. Para empezar, puedes estructurar la historia a partir de los sucesos. Empieza a escribir y cuando llegues a un punto en el que creas que podría ser un buen final para un capítulo, haz aquí un “corte”, indica el capítulo y continúa. Mientras la historia va fluyendo, irás viendo dónde tiene más sentido terminar cada capítulo, con una visión en perspectiva de la obra.

2. Cada corte = un capítulo

Cada nuevo capítulo introduce por lo general un nuevo suceso, un cambio, un giro en la historia. Para ello, cuando haya un cambio de situación, de época, de momento o de punto de vista, lo más conveniente es que se cambie de capítulo. Cualquier giro inesperado en la intriga daría lugar a un capítulo nuevo. Las marcas de los capítulos guían al lector en los giros y cambios de la trama y les ofreces así una mejor lectura de tu obra.

3. Los capítulos bien estructurados crean suspense

El final de un capítulo debe hacer que el lector quiera pasar al siguiente y continuar leyendo. Los capítulos bien gestionados crean el suspense y la intriga que provocan el interés del lector, como  cuando  el autor deja un final de capítulo “en suspenso”, pero es una técnica de la que no hay que abusar, ya que crearía la sensación de una lectura muy previsible si todos tus capítulos terminan de esta manera ya que sería un recurso «facilón” que el lector detectaría y se volvería en tu contra. El suspense y la intriga deben estar dentro de la propia historia, no deben conseguirse sólo a través de técnicas como dejar el final del capítulo “suspendido” para hacer que el lector siga leyendo. Por ejemplo, utilizar el recurso de  una revelación por medio de un diálogo,  es otra manera de terminar un  capítulo y dejar así la intriga abierta para el siguiente, no necesariamente tiene que ser siempre  el final por medio de una acción.

Imagen: Photo Dollar Club