Trabajando como asesora literaria observo que algunos escritores principiantes, frecuentemente, caen en errores comunes que hay que evitar. Os dejo aquí algunos de estos errores para que los tengáis en cuenta:
Reproducir al milímetro la secuencia de algunos diálogos
Reflejar la realidad no consiste en llenar los diálogos con contenidos banales y anodinos ni con excesivos detalles cotidianos. No se trata de mostrar cómo habla la gente o de copiar la realidad, sino de seleccionar qué se quedará en tu libro y qué no. Por ejemplo, aunque en una conversación real los interlocutores recurren a expresiones como “hummm”, “ya”, “claro”, “bueno, pues…” y coletillas similares, estas expresiones deben utilizarse con mucho más cuidado en la literatura. Y ante la duda, un diálogo largo y anodino con contenido irrelevante se puede sustituir por un párrafo en el que el narrador explique en cuatro líneas la escena de manera breve y concisa.
Reproducir pensamientos de un personaje sin motivo aparente
Hay que evitar abusar de escenas en las que el personaje haga balance de su vida recurriendo a descripciones de paisajes idílicos en los que se lanza a repasar su vida. O lo mismo mientras mira un álbum de fotos o vacía una caja del desván… Las reflexiones están bien y pueden servir de transición entre escenas, pero hay que evitar que se conviertan en escenas en sí mismas.
«Debes acostumbrarte al hecho de que gastarás muchos árboles antes de que escribas algo que realmente te guste, y así es como debe ser. Es como aprender a tocar un instrumento musical. Debes estar para tocar las notas equivocadas ocasionalmente o muy seguido, porque escribí muchas cosas malas antes de escribir algo con lo que estuviera contenta». J.K. Rowling
Que el personaje se ponga a recordar en medio de una escena o diálogo
Al hilo de lo anterior, hay que insistir en que todo lo que sucede en la novela debe aportar algo relevante. Así pues, si un personaje recuerda o piensa en algún hecho, esa información debe estar relacionada con lo que está sucediendo en ese momento de la escena o con algo relevante que afecta a la trama de alguna manera. Lo que nunca debería ocurrir es que esos recuerdos o pensamientos suplanten la escena que está teniendo lugar en el tiempo presente del relato. Si el personaje está en una cena y se pone a pensar o a recordar por su cuenta, esto hará que deje de relacionarse con los demás personajes. Una cosa es mostrar que el personaje en cuestión se distrae momentáneamente en una escena de una cena, por ejemplo, y otra muy distinta es convertir una cena en un montón de recuerdos del personaje. Y otro asunto a evitar es cuando un personaje se pone a recordar en medio de un diálogo, dejando de escuchar “literalmente” a su interlocutor, para sumergirse en sus propios pensamientos y alejarse de la escena mentalmente…