Las novelas actuales, especialmente los bestseller, suelen tener un 40% o más de texto dedicado a diálogos en el contenido total del libro. Esto quiere decir que si los diálogos no están bien escritos y no atrapan al lector, la novela no será buena, más bien todo lo contrario. Escribir un buen diálogo no es fácil y por ello, siempre animo a los autores con los que trabajo en mi asesoría literaria a que tengan en cuenta tres motivos por los que utilizarlos bien es tan importantes en la novela:
—Hacen avanzar la intriga
—Desvelan la personalidad de los personajes y su manera de ser
—Le dan al lector la información necesaria y pertinente en cada momento
Porque no es lo mismo ofrecer al lector información sobre hechos relevantes que aburrirle con detalles insignificantes que no aportan nada esencial para el desarrollo de la trama y la caracterización de los personajes. Las conversaciones y los diálogos no están para que los personajes se pongan a “parlotear”. El escritor debe saber utilizar este recurso para desvelar la forma de ser de sus personajes y conseguir que la acción avance y no se atasque. Así que cuando hayas escrito un diálogo entre tus personajes, léelo en voz alta para comprobar si hay palabras que sobran y qué detalles debes eliminar para no recrear conversaciones vacías y aburridas.
¿El diálogo en la novela debe ser fiel a la realidad?
En este aspecto el escritor debe tener en cuenta que las conversaciones cotidianas suelen ser en muchas ocasiones banales y sin interés dramático. Muchas veces una conversación es una mera formalidad social de saludos, preguntas casuales y despedidas y este tipo de conversaciones no tiene ningún interés en una novela. En la vida real, cuando hablamos, dudamos, nos repetimos, pensamos, cometemos errores gramaticales… Y salvo en algunos casos concretos, no siempre es necesario transcribir de esta manera las conversaciones en tu novela. Un buen diálogo es el que aporta información relevante sobre la trama y sobre los personajes con naturalidad que no es lo mismo que realismo. Lo demás sobra.
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