Una de las preguntas que se le suele hacer a un escritor sobre su novela es de qué idea surgió.  Pero ¿es necesario tener una idea desarrollada antes de empezara escribir?  Pues depende. Se pueden dar casos en los que no haría falta partir de una idea concreta, como veremos en estos cinco ejemplos sobre cómo comenzar tu novela desde cero. Cada uno de estos recursos tiene sus pros y sus contras, así que os toca decidir si alguno se ajusta mejor a  la manera como queréis empezara escribir vuestra novela.

1. Encontrar el personaje

Lo cierto es que, en  una buena novela, todos los caminos llevan al personaje.  Cualquiera que sea la intensidad de la intriga y de la acción que mostréis en vuestra historia, los lectores se desengancharán enseguida si no sienten conexión o empatía con, al menos, uno de los personajes de vuestra novela. Así pues, existe una amplio abanico de posibilidades para  escoger a los personajes y puede resultar tan fácil como salir a la calle y observar a la gente. Capturar un gesto, una mirada, una frase o recurrir a personas que el escritor ya conoce y reinventarlas en su novela o trasladarlas a la trama de su novela.  Por otro lado, este recurso de priorizar al personaje (su comportamiento, sus reacciones, sus rasgos) tiene  una dificultad  y es que el autor se centra en  un estudio de ese personaje y no  en la historia.  Cuando sucede esto, lo mejor es dejar de lado el retrato que ya has hecho de tu personaje para regresar a la historia en la que vuestro personaje evolucionará. De esta manera, todo lo que ya hayáis escrito os servirá como base de datos para describir las acciones y reacciones de vuestro personaje según se vaya desarrollando la trama.

2. Escuchar la voz del personaje

Resulta quizá chocante hablar de la voz del personaje independientemente del propio personaje. Pero se trataría quizá de unas cuantas palabras escuchadas al azar, de una historia que alguien os ha contado o de un suceso que os haya llamado la atención. La voz del personaje se asocia a la delicadeza de la lengua, al orden y a la elección de las palabras y a la manera cómo se pronuncian. La ventaja de este recurso es que para los personajes potenciales la voz se puede encontrar en muchos lugares; nos bastaría con escuchar para encontrar la que más se adapte a nuestro personaje. Por eso se aprende mucho escuchando con atención los ritmos naturales de una conversación. Escuchar cómo habla la gente —no solamente lo que dicen— es la mejor manera para descubrir la voz de tu personaje.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el hecho de haber encontrado la voz de tu personaje no quiere decir que ese personaje tenga algo interesante que decir. Un autor puede pensar que, si se concentra en esa voz y en la manera de pensar y de hablar del personaje, la historia fluirá sola. Pero no es así. Porque la voz es tan solo un medio para llegar a ese personaje y darle visibilidad. Es la acción la que debe mostrarnos a los personajes.

«Debes acostumbrarte al hecho de que gastarás muchos árboles antes de que escribas algo que realmente te guste, y así es como debe ser. Es como aprender a tocar un instrumento musical. Debes estar para tocar las notas equivocadas ocasionalmente o muy seguido, porque escribí muchas cosas malas antes de escribir algo con lo que estuviera contenta» J.K. Rowling

3. Ponerse en situación

En este caso se trata de pensar en una situación concreta  que dará pie a la intriga. La situación debe ser una estructura independiente en la que se insertan los personajes. Así pues, en cuanto a la intriga, se desarrollará a partir de las motivaciones de los personajes que se encuentren en esa situación concreta.  La ventaja de este recurso  es que preguntas como: ¿qué pasaría si los niños entran en un. armario y descubren otro mundo? o ¿cómo hacer para que los lectores simpaticen con un hombre infiel a su mujer que no se responsabiliza de sus actos?  nos llevan a una situación determinada con la que comenzar tu novela. Y partir de aquí lo demás se desarrollará paso a paso. Por otro lado, el desafío  para los escritores que deciden comenzar por el personaje o por su voz,  este recurso de  arrancar la novela de manera «situacional» puede resultar un estorbo y poco auténtico. La situación puede daros la impresión de  que estáis moviendo marionetas más que personajes y si esto es así, lo mejor es regresar a las preguntas que os ayudarán a comprender mejor a vuestros personajes e implicarlos en la situación para que la trama fluya poco a poco.

4.  Seguir  una imagen

Se puede tratar de un flash de un recuerdo de la infancia, de un sueño o pesadilla que recordáis. Esta imagen no tiene que ser necesariamente el punto de partida de vuestra novela, pero os servirá como punto de anclaje.  Además, esta imagen no tiene por qué imponer a un personaje inmediatamente y aun así, se trataría de una imagen potente y poderosa. La manera como se describe esa imagen y cómo es observada puede convertirse en algo relevante para la historia. De todas maneras, la imagen no es la historia. Una descripción viva, lo mismo que una voz bien perfilada, no serían suficiente por si solas. No permitáis que vuestro interés por los detalles se impongan sobre las reacciones y las prioridades de vuestros personajes. Lo que le interesa al lector es, al fin y al cabo, la acción, más que los detalles.

5. Enviar un mensaje

Una novela no debería servir para trasmitir un mensaje. Puede tener un mensaje, pero no debería ser su objetivo final.  Cuando comenzáis una novela con un objetivo en mente como  sería enviarle un mensaje a vuestros lectores, ya tenéis seguramente una guía preparada  con la que seleccionar y elegir las ideas que queréis incluir en ese mensaje. Pero hay un gran riesgo en dirigir tu novela hacia un mensaje para el lector:   intentado conseguir vuestro objetivo, sin daros cuenta, os podéis encontrar con que vuestra novela es más una tribuna para un discurso que una historia en sí misma. Como escritor de novelas, no te olvides que el objetivo principal de una buena novela debe ser crear una buena historia.

Imagen: Canva

Fuente: envie d’ecrire