El diálogo es una de las partes más delicadas y complicadas que un escritor de ficción tiene que abordar en su novela. Los buenos diálogos, si están bien construidos y son buenos de verdad, rompen con la monotonía de la narración y hacen avanzar la acción. Las narraciones con pocos diálogos pueden resultar cansinas e incluso aburridas porque muchos párrafos con descripciones pueden llegar a aburrir al lector.
La misión y el objetivo de todo escritor es atrapar al lector con la lectura para que este no contemple la posibilidad de abandonar el libro y no seguir leyendo. Conseguir naturalidad en los diálogos es muy importante y hay que trabajarlos bien para conseguirlo. Uno de los recursos que el escritor debe tener en cuenta es que utilizar frases completas no suele resultar natural porque la gente no habla así:
—Hola, Pedro. ¡Cuánto tiempo hace que nos veíamos!
—Hola, Rosa. Pues sí, es la verdad. Hace mucho tiempo. Demasiado. ¿Cómo te van a ti las cosas?
—Pues, Pedro, la verdad es que últimamente todo muy bien. No me puedo quejar. ¿Y a ti cómo te va todo,Rosa?
¿Hay alguien que hable así en una conversación casual? Las frases completas y redondas quizá te sirvan para caracterizar a un personaje de un nivel social alto en una circunstancia determinada pero no todos tus personajes deben hablar igual ni construir las frases de la misma manera porque no resultaría natural. Para evitarlo solo tienes que ir a un sitio público y escuchar como habla la gente:
—Hey!
—¡Ostras, cuánto tiempo!
O
—¡Pero bueno! ¡Por fin! ¿Cómo estás, guapa?
— Bueno, podría estar mejor…
—¡Y eso?
—Ya ves… cosas de la vida…
Estos son algunos ejemplos de cómo podría hablar un personaje en un diálogo casual para resultar natural, porque la gente en una conversación casual no suele hablar con frases completas y gramaticalmente correctas. No es que no se puedan escribir diálogos con frases completas, es que no todos los personajes hablarán así y dependerá del momento, la situación o la circunstancia en la que tenga lugar la conversación entre tus personajes. Observa cómo habla la gente en diferentes situaciones, luego plásmalo en tu novela. Pero no intentes ser siempre “gramaticalmente correcto”.
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