Ya lo dijo Vargas Llosa: “El narrador es el personaje más importante de la novela”-. Y es que una voz narrativa adecuada puede conseguir que una novela emocione o que resulte completamente plana porque lo que nos impulsa a seguir leyendo es la voz que nos narra la historia, su tono y el punto de vista. Por eso hay que encontrar el tono adecuado a tu narrador y hacerlo encajar con el punto de vista. Si esto falla, se derrumba la novela. Para ello, como indica Silvia Adela Kohan, el narrador debe contar la historia con convicción, credibilidad, pasión y claridad. Los problemas que pueden surgir de un punto de vista equivocado y un tono inadecuado serían estos:

1. Equivocar el enfoque y darle al personaje reacciones que corresponden al autor y que nada tiene que ver con la manera de ser del personaje.

2. Dar informaciones  que el narrador no puede conocer de una manera directa sin justificar la fuente. Por ejemplo, el narrador cuenta algo que no puede saber de alguien, sin aclarar que otra persona o el mismo personaje se lo ha contado.

3. Entrometerse en el pensamiento del personaje si no debería hacerse.

4. Pasar una mirada a otra, de uno a otro personaje. Cambiar el punto de vista sin motivo haciendo que el lector pierda el hilo de la historia.

5. Usar más de un narrador sin conocer la función de cada uno.

6. El narrador no se enfoca en los problemas de los personajes, sino que interrumpe hablando de otras cuestiones.

7. El tono no es el adecuado para la historia que se está contando. No corresponde a la mirada que lo narra ni a lo que se cuenta.

8. Las frases de la narración no representan la manera de pensar del narrador.

Es importante tener en cuenta que cuando el narrador no es el personaje, el personaje cuando habla debe utilizar un lenguaje distinto del narrador.

Imagen: Photo Dollar Club

Fuente. El arte de reescribir. Silvia Adela Kohan