1. Equivocar el enfoque y darle al personaje reacciones que corresponden al autor y que nada tiene que ver con la manera de ser del personaje.
2. Dar informaciones que el narrador no puede conocer de una manera directa sin justificar la fuente. Por ejemplo, el narrador cuenta algo que no puede saber de alguien, sin aclarar que otra persona o el mismo personaje se lo ha contado.
3. Entrometerse en el pensamiento del personaje si no debería hacerse.
4. Pasar una mirada a otra, de uno a otro personaje. Cambiar el punto de vista sin motivo haciendo que el lector pierda el hilo de la historia.
5. Usar más de un narrador sin conocer la función de cada uno.
6. El narrador no se enfoca en los problemas de los personajes, sino que interrumpe hablando de otras cuestiones.
7. El tono no es el adecuado para la historia que se está contando. No corresponde a la mirada que lo narra ni a lo que se cuenta.
8. Las frases de la narración no representan la manera de pensar del narrador.
Es importante tener en cuenta que cuando el narrador no es el personaje, el personaje cuando habla debe utilizar un lenguaje distinto del narrador.
Imagen: Photo Dollar Club
Fuente. El arte de reescribir. Silvia Adela Kohan