Hay tres objetivos que un escritor no debe descuidar nunca en el momento de ponerse a escribir una novela: el argumento, los personajes y los diálogos. Es cierto que hay otros aspectos, como el escenario donde se desarrolla la acción que muchos escritores cuidan como si fuera un personaje más. Pero si tienes un buen argumento, unos personajes interesantes y unos diálogos creíbles, ya tienes un pie en la imprenta… Merece la pena que consideres estos tres aspectos con atención y que los trabajes con gran esmero antes y mientras escribes tu novela:
1. Argumento
El argumento es lo que mueve el libro, su motor. Es lo que consigue que la historia avance. Sin un buen argumento, no hay libro. Hay muchos libros cuyo éxito se basa principalmente en una acción trepidante, como ocurre con los buenos thrillers. En este caso, sin descuidar a los personajes, el argumento es lo más importante.
2. Personajes
Si el argumento es el motor de la novela, los personajes son su corazón. Son los personajes los que conmueven o no al lector, los que le hacen identificarse con la historia, empatizar o no con ellos. A partir de una novela con un buen personaje fácilmente se podrá crear una saga o serie con ese mismo personaje principal. Y esto ocurre porque el lector se llega a identificar tanto con un buen personaje que está deseando leer otra novela en la que éste sea de nuevo el protagonista. Porque cuando un lector dice “Me encanta esta novela” suele ser porque hay un personaje de la novela que le ha encantado.
3. Diálogo
El argumento es el motor, los personajes el corazón y los diálogos son lo que hacen que un libro y una historia parezcan reales o no. El diálogo da vida a una novela. Muchos manuscritos no son aceptados por los editores precisamente porque no tienen buenos diálogos. Y si un diálogo no se lee ni se entiende bien, no es navegable, ni creíble, entonces la novela se viene abajo. No se trata solo de escribir buenos diálogos, creíbles y reales que hagan avanzar la acción y nos den información sobre cómo son estos personajes, además hay que saber dosificarlos a lo largo de la novela. Demasiados diálogos pueden estorbar y hacer perder el interés al lector que si empieza a saltarse líneas es porque tus diálogos no son interesantes. Por este motivo debes revisar bien todos los diálogos de tu novela y no tengas miedo ni piedad de eliminar todos aquellos que pienses que el lector se va a saltar porque no son necesarios ni aportan nada interesante a la trama. Y recuerda: mejor quitar que poner.
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