Para escribir una buena novela hay encontrar el punto de equilibrio en las escenas utilizado los tres elementos de la narrativa de ficción: el diálogo, la acción y la narración. Para articular estos tres elementos necesitas poner a tus personajes en escena lo antes posible junto con otros personajes porque los momentos  que atrapan al lector son aquello que consiguen combinar estos tres elementos de manera adecuada, mucho más que las escenas en las que solo hay diálogo, acción o narración.  Porque, en definitiva, se trata de conseguir que una escena, si lo necesita, sea más que un sermón aislado del narrador, una combinación de diálogo, narración y acción para captar la atención del lector.

Lo ideal es que este equilibrio de los tres elementos surja de manera natural en el primer borrador y que el autor no tenga que pensar demasiado en cómo equilibrar  el diálogo con la narración y la acción. Y para conseguirlo, el autor tiene que ponerse realmente en la piel de sus personajes. En el primer borrador no hay que pensar mucho estas cuestiones; después, en el momento de la reescritura, se podrán revisar  para valorar dónde hay demasiado diálogo o dónde falta y lo mismo con la narración y la acción en las diferentes escenas. La escena perfecta consigue un buen  equilibrio con estos tres elementos y un buen ritmo entre ellos. Lo ideal es que el autor aprenda a reconocer cuándo funciona y cuándo no.

Porque no existen reglas para saber cuándo hay que combinar los tres elementos y cuándo es mejor utilizar sólo diálogo, solo narración o solo acción. Depende de la escena y del personaje y de  cómo quiere el autor que su personaje se comunique y se mueva por la trama y por las escenas de la novela… Lo que sí puedes hacer es preguntarte algunas cuestiones sobre tu historia que te ayudarán a decidir cómo equilibrar estos tres elementos de la ficción, sobre todo en el momento de la reescritura. De esta manera, podrás averiguar qué elementos son más efectivos en una escena concreta y cuáles funcionarían mejor en otras escenas:

Preguntas que te puede hacer sobre tu historia:

  1. ¿La acción se mueve lentamente y necesitas acelerar un poco más los hechos? Entonces utiliza diálogo.
  1. ¿Es el momento de informar al lector sobre el pasado de algunos personajes para que haya más empatía entre lector y personaje? Utiliza narrativa, diálogo o combina los dos.
  1. ¿Hay demasiados diálogos en las escenas? Cámbialos por narración o acción.
  1. ¿Están mis personajes continuamente contando cosas sobre sí mismos que deberían guardar solo en sus mentes como pensamientos? Utiliza la narrativa.
  1. O por el contrario, ¿mis personajes piensan demasiado cuando serían mucho más interesantes, vivos y efectivos en una conversación? Utiliza el diálogo.
  1. ¿Está mi historia demasiado cargada con algún elemento: demasiada narración, demasiada acción o demasiado diálogo? Intenta equilibrar los elementos quitando lo que sobre y poniendo lo que falta en cada escena.
  1. ¿Mis personajes proporcionan demasiados detalles sobre el trasfondo de sus historias cuando hablan unos con otros? Utiliza entonces la narrativa.

 

No importa si usamos el diálogo, la narración o la acción para que nuestra historia avance, cualquier de estos elementos o los tres a la vez, lo que consigue cada uno es informar sobre las motivaciones de nuestros personajes. Los diálogos muestran las motivaciones de los personajes de una manera más natural y auténtica porque aunque nos demos cuenta de esto o no, cada uno revelamos nuestras motivaciones e intenciones cuando hablamos y nos comunicamos con los demás diariamente. Y para entender las motivaciones de tus personajes debes conocerlos bien, si no nada en tu relato funcionará con naturalidad: ni la narración, ni el diálogo, ni la acción.

 

 

Fuente: Gloria Kempton

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